En
Muchachas en el puente, la línea puede verse en el agua, en la tierra y en las
ramas oscuras de los gigantescos árboles. También puede notarse aquí su uso de
las superficies amplias y llanas de color fuerte, puro, similares a las
utilizadas por Gauguin. Un sosiego sombrío planea sobre esta escena. Las
muchachas están juntas; sin embargo, cada una permanece aislada. Se mantienen
silenciosas ante la grandeza de la noche veraniega, formando un extraño
contraste sus vestidos brillantes con el agua oscura que hay más abajo, y con
el verdor sombrío de los árboles que dominan, no sólo a las muchachas, sino los
edificios blancos, al mismo tiempo que empequeñecen la luna, símbolo de
esperanza.
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