· Los
tres músicos, ataviados con sus prendas mejores, posan rígidamente, como en un ferrotipo.
En esta obra todo es delicioso: los sombreros grotescos; los detalles del cuello
del violoncelo y del acordeón; las cuadradas espaldas de los hombres que forman
el límite exterior; la circunferencia del trombón que repite las alas de los
sombreros; la enorme y tosca mano y uñas; las arrugas de los pantalones; los
rostros graves, las fabulosas corbatas; y la camisa de algodón rayada de la
figura central. La escarapela en forma de cinta que lleva en la solapa el trombón
es el último toque perfecto de simbolismo realista.
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