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Jarro
de flores: la amapola, un ejemplo típico, es uno de los más hermosos. El color
es exquisito en contraste, en pureza de tono y en fidelidad a la naturaleza.
Las frágiles amapolas tienen una calidad que casi se puede palpar, lo mismo que
la etérea gipsófila, la consuelda de pesada corola y las frescas hojas verdes.
El fondo queda difuso, como el que podrían percibir los ojos de un hombre
interesado principalmente en las manchas de color de las flores en sí, y en las
brillantes sombras que producen en el jarrón que las contiene.
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