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Carmencita
es un retrato de la esposa de Corinth, Charlotte, vestida a la española para un
baile de disfraces. Pintada el año anterior al de la muerte del artista, con- tiene
muchas de sus más importantes características. Corinth fue mucho más un naturalista
y un seguidor de Hals y de Jordaens que un impresionista. Los colores son fuertes
y aplicados en capas gruesas, especialmente en el encaje negro sobre seda amarilla,
y en las flores rojas que la modelo lleva en la cabeza. Una luz roja resplandece
desde un candelabro y se refleja en los muebles que aparecen en el fondo.
La obra tiene esa cualidad de instantánea de
la pintura de Hals; la pincelada es rápida, firme y atormentada. El efecto
conjunto es natural y vigoroso. Tal vez éste no sea un retrato halagador -la
señora Corinth, por aquel tiempo, ya no era joven ni esbelta-, pero resulta
hábil, honesto y afectuoso, típico del sistema de pintar de Corinth y de su
especial cualidad de caritativa comprensión hacia sus modelos, todo lo cual,
combinado con la velocidad a que pintaba, hace que sus retratos tengan tanta vida.
En este estudio está expresada una gran emoción: no es un sentimentalismo enfermizo,
sino cálido y humano, muy parecido a la propia vida.
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