· En
Muchachos comiendo melón y uvas podemos ver que Murillo sentía una simpatía
profunda por esos pobres callejeros, así como una comprensión de la vida que le
permitía representar convincentemente a esos pordioseros. Vemos a los niños en
relación con su magro festín, y, al mismo tiempo, les vemos en sus relaciones mutuas.
Esta escena auténtica y el vivo interés de la tela todavía tienen el poder de agradar,
pese a que el gusto moderno tal vez pueda considerar a los harrapiezos de Murillo
como demasiado idealizados.
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